domingo, 13 de mayo de 2012

VARIOS: Todo y de Todos

                               

                            VARIOS: Todo y de Todos

              LO OCULTARON TODOS ó ESPERAR EL FUTURO A TRAVÉS DE UN HUECO    
                                                    Luis Poleo 1992-1994 Aprox.Fotografía. 


                                         
                          De nuevo este texto se adapta perfectamente a la imágenes que anteriormente les muestro
  Siempre he pensado que Caracas es una ciudad en la que no puede existir ningún recuerdo. Es una ciudad en permanente demolición que conspira contra cualquier memoria; ese es su goce, su espectáculo, su principal característica. En algún momento de mi vida me he horrorizado ante esa situación; hoy no. Hoy pienso que es una legitimidad, y así como hay pueblos que construyen, hay otros que destruyen. Hay pueblos que tienen en la construcción un sentido de la vida, como algunos lo encuentran en la destrucción. El caraqueño es un pueblo demoledor, no por nada, sólo por ser fiel a su propia historia. Esta es una ciudad de terremotos, los sismos han jugado un papel preponderante en la forma del desarrollo de la ciudad, la propia naturaleza es la primera causante de la destrucción del proyecto de la ciudad. Pero aparte de eso, Caracas responde a un ideal, algo que está por verse.Caracas siempre fue un lugar de paso, un lugar intermedio, en sus orígenes no fue un sitio para quedarse, apenas un tránsito para ir hacia el sur: pasar por aquí y seguir avanzando.Quedarse en Caracas fue siempre una desgracia, entonces todos los edificios de esta ciudad fueron construidos con un concepto provisional, todos los edificios de la Conquista, y aun de la Colonia, son muy simples y apenas parecidos a lo que quieren representar, pero sin llegar a ser nada.Por eso la catedral de Caracas no es una catedral, es una aspiración de algo que no llegó a hacerse. Y hoy uno la puede visitar y la encuentra vetusta pero inacabada. Por eso, los caraqueños hemos soñado siempre con el día en que inauguremos la ciudad, una ciudad que se parezca a nosotros mismos; lo cual es virtualmente imposible, pero un delirio colectivo. De allí que el caraqueño goce con el espectáculo de la destrucción de aquello que considera provisional, esperando que en ese hueco aparezca lo definitivo (Ob. cit. p. 53).
                                                                          J.I. Cabrujas

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