Nuestra economía se rige por dos criterios. Por una parte, nuestras leyes proclaman los derechos de los hombres y las mujeres, el derecho de voto para todo el mundo y la igualdad de oportunidades. Esta es la retórica de la democracia moderna. Pero las instituciones del capitalismo moderno utilizan otro lenguaje. En las calles se le dice a la gente [has de trabajar duro, como una vulgar obrera o serás execrado de tu sociedad]. [el poder económico es para los depredadores y los que están bien relacionados]. El estado moderno de bienestar se ha dado cuenta de que su opulencia tiene límite: y los países en su intento de igualar la renta de sus ciudadanos se encuentra con que este influye de manera creciente en los incentivos y en la eficiencia. Actualmente la gente se pregunta que parte de la torta social está sacrificándoce para dividirla de un modo más igualitario.
Samuelson. Paul y Nordhaus. William D. Economía. Mexico. McGraw-Hill.1992
Capitulo 34. La pobreza, la igualdad y la eficiencia [ pág. 993 ]
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